¿Cómo ha caído el jefe de la Minurso en la trampa del Polisario?

El jefe de la MINURSO y representante especial del Secretario General de la ONU para el Sahara, Colin Stewart ha mordido al anzuelo que se fijó para él por los torturadores del Polisario, calificando en el registro de condolencias, de «Embajador», el ex representante del Frente en la ONU, Ahmed Bujari, que murió el martes pasado en Bilbao, España.
El responsable canadiense Colin Stewart no sólo ha otorgado el título de «embajador» al difunto Bujari, pero también ha grabado sus condolencias en el dicho registro en su nombre y en nombre de la ONU y su secretario general, Antonio Guterres.
Después de este incidente, el jefe de la MINURSO debía ser convocado al Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación Internacional en Rabat, para aclarar su gesto, visto por Rabat, poco ortodoxo y fuera de lugar, dado que el título de embajador se asigna normalmente a diplomáticos de un país soberano universalmente reconocido, que no es el caso del difunto Bujari.
La imaginaria república saharaui «RASD» que representaba, es sólo una entidad títere que no cumple ninguno de los criterios de un estado soberano y por otra parte, nunca ha sido reconocida como tal por la ONU.
Después de evitar una primera trampa, declinando la exigencia del Polisario de visitar la zona tampón de Bir Lahlu, para presentar sus condolencias, Colin Stewart se ha sin embargo, dejado caer en la trampa de los separatistas en Rabuni a través de las palabras registradas en su registro de condolencias colocando su firma frente al banderín de la supuesta «RASD» que estaba sobre el escritorio.
Esta «torpeza» se produce cuando Marruecos se encuentra actualmente en campaña contra las múltiples incursiones provocadoras del Polisario en las zonas de amortiguamiento, en violación del acuerdo de alto el fuego de 1991.
Alentado en esta dirección por las autoridades civiles y militares de Argelia, el Polisario estaría tentado, según los rumores, de mover algunas de sus estructuras militares y administrativas y parte de la población de los campamentos de Tinduf hacia una zona desmilitarizada: Tifariti, Bir Lahlu o Mhabes, con la esperanza de poder cambiar el marco legal en esta área y aspirar a la posesión de un «territorio liberado», un sueño que acaricia desde hace más de 40 años.