Muerte de Abu Walid al-Sahrawi: la colusión entre el polisario y el terrorismo en el Sahel está más que probada
París – Con el anuncio, el miércoles por la noche, de la eliminación por las fuerzas francesas del terrorista más buscado en África Occidental, Adnan Abu Walid al-Sahrawi, los medios de comunicación internacionales no pudieron evitar establecer el vínculo con el polisario y poner de relieve la colusión demostrada entre este grupo de mercenarios y el terrorismo en el Sahel.
Recordando el «palmarés» yihadista de Abu Walid al-Sahrawi, los medios de comunicación retomaron con todo detalle el proceso de radicalización de éste en los campamentos de Tinduf, su formación en Argelia y, posteriormente, su reclutamiento en el movimiento armado islamista que encontró, en los campamentos de los secuestrados, un terreno fértil para florecer, en el contexto de la desintegración del movimiento separatista, la decadencia de sus dirigentes y la ausencia de perspectivas reales para el futuro de su juventud.
Uno de los primeros activistas del polisario, Abu Walid al-Sahrawi, cuyo nombre real es Lahbib Ould Abdi Ould Said Ould El Bachir, abandonó los campamentos de Tinduf en 2010 para dirigirse a Malí con algunos de sus compañeros y unirse a la Katiba Tarik Ibn Zyad, vinculada a Al-Qaeda en el Magreb Islámico (Aqmi).
Un año después, fundó el Movimiento por la Unidad y la Yihad en África Occidental (Mujao) en la región de Gao.
En octubre de 2011, este movimiento radical llevó a cabo su primera gran operación al secuestrar a dos cooperantes españoles y a una italiana en los campamentos de Tinduf.
Desde entonces, Abu Walid al-Sahrawi se ha convertido, junto al argelino Mokhtar Belmokhtar, en uno de los líderes yihadistas más poderosos del Sahel y en el terrorista más buscado de África Occidental.
En mayo de 2015, juró lealtad a Daesh y creó «su franquicia» en la región con el nombre de «Estado Islámico en el Gran Sahara» (ISGS).
El 4 de octubre de 2017, cometió su primera gran masacre como líder de Daesh al atacar a una patrulla nigerina acompañada por fuerzas especiales estadounidenses en Tongo Tongo, en Níger. El resultado: 5 nigerinos y 4 estadounidenses muertos.
Con este atentado, se convirtió en uno de los yihadistas más buscados del mundo, con un precio de 5 millones de dólares por su cabeza.
A finales de febrero de 2018, Al Sahraui, herido en un ataque al sur de Indelimane, en Malí, se retiró a su reducto familiar en los campamentos de Tinduf para recibir tratamiento médico.
Enemigo público número uno en la llamada zona de tres fronteras (Malí, Burkina Faso y Níger), fue eliminado tras un ataque de las fuerzas de Barkhane, pero sus soldados siguen recorriendo el desierto, sembrando el terror y la desolación.
El sábado pasado, dos camioneros marroquíes fueron asesinados y otro herido por hombres armados en la comuna de Didiéni, a unos 300 km de Bamako.
Según expertos en terrorismo citados por varios medios de comunicación, el modus operandi de este acto bárbaro recuerda a elementos vinculados al polisario. Según ellos, el ataque estuvo motivado por el deseo de los separatistas, a instancias de Argelia tras el fracaso de la operación de El Guergarat, de disuadir a los camioneros marroquíes de utilizar esta ruta comercial.
Todos estos elementos, que se suman a la negra lista de crímenes perpetrados por el polisario con el apoyo del ejército argelino, militan a favor de la inclusión de este grupo separatista en las listas del terrorismo mundial.
El Departamento de Estado de Estados Unidos, la ONU y la Unión Europea (UE), que tienen sus respectivas listas de entidades, grupos u organizaciones implicadas en actos terroristas en el mundo y que deben ser objeto de medidas restrictivas, sanciones o persecución internacional, no pueden permanecer insensibles a estas revelaciones y a las amenazas a la seguridad que se ciernen sobre la región sahelo-sahariana en torno a la cual giran el polisario y el régimen argelino.