Caso Pegasus, un montaje para desprestigiar los servicios marroquíes – periódico electrónico –

El caso Pegasus es un montaje de uno o varios servicios para desprestigiar, a través de una campaña de prensa masiva, a otro servicio, a saber el marroquí, afirma el sitio de información «le360.ma».

Este caso, en el que se quiere convertir a Marruecos en el protagonista principal y una potencia mundial en el ámbito de la inteligencia digital, es una de las manifestaciones de la deriva de los servicios, especialmente de los países del Norte, subraya el diario electrónico en un artículo firmado por Mohammed Boudarham.

Bajo el título «Caso Pegasus: el fin de un mundo», el autor considera que «las cosas han cambiado mucho. Los servicios ya no son lo que eran y su propia ética casi ha desaparecido. La actuación de los servicios marroquíes de contraespionaje, cuya profesionalidad es reconocida en todo el mundo, ha debilitado considerablemente en los últimos tiempos la actividad de la inteligencia extranjera en Marruecos.

La histeria colectiva en torno al nombre y la carrera del Director General de Seguridad Nacional y Vigilancia del Territorio Abdellatif Hammouchi, «quemado en una pira mediática mantenida por la indignidad periodística», sólo es comprensible desde este ángulo, señala.

«A nivel internacional, especialmente en África, estos mismos servicios hostiles, ahora limitados en sus actividades, se ven muy molestados por la agilidad, la eficacia y la proyección de los servicios de inteligencia marroquíes», continúa Boudarham, recordando que los marroquíes se han convertido en un actor central de la inteligencia internacional, donde ganan puntos cada día, ya sea en la lucha contra el terrorismo, el radicalismo religioso, el tráfico de drogas o la trata de personas.

«El margen de maniobra de estos servicios en África se ha reducido considerablemente. Sus métodos son anticuados, su red ha sido señalada, sus corresponsales denunciados, su técnica obsoleta, ahora se enfrentan a una nueva realidad. Cuanto más se emancipa África, toma conciencia de sí misma, toma las riendas de su destino, más contraproducentes, anticuadas y estériles parecen las manipulaciones e intrigas del pasado», insiste.

Frente a esta visión neocolonialista anquilosada de los servicios europeos, Marruecos, «actor continental de primer orden», presenta una política africana creíble, productiva y endógena, subrayó, citando en este contexto la aplicación de una política exitosa en múltiples ámbitos como las telecomunicaciones, la banca, los seguros, el sector inmobiliario, la agricultura, el desarrollo urbano, los servicios y las nuevas energías.

«Este éxito de Marruecos en África tiene un coste. El caso Pegasus es, al parecer, la cuenta», señala el autor.

«¿Hasta cuándo utilizarán, en amaños indignos, la cuestión de la integridad territorial del Reino para neutralizar a todo el norte de África?, se pregunta el autor.

Ha sido necesario el reconocimiento por parte de Estados Unidos de la plena soberanía de Marruecos sobre su Sáhara para que el castillo de naipes europeo se derrumbe. Francia, España y Alemania se comprometieron entonces, con un retraso «histórico». El premio gordo se lo han llevado los estadounidenses, ante los estupefactos europeos, escribe Boudarham.

«La estabilidad de la monarquía marroquí plantea un problema. No sólo es estable, sino que su aparición empieza a molestar seriamente en los espacios en los que el statu quo neocolonial ya no se sostiene, en los que las posiciones rentísticas exclusivas se desmoronan», explica Boudarham.

«Esta es a esta nueva ecuación que el caso Pegasus debía responder», afirma, estimando que Pegasus ha fracasado porque los actores implicados en su aplicación no son creíbles.

Para el autor, Amnistía Internacional hace tiempo que perdió su credibilidad porque «ha abandonado cualquier metodología científica comprensible en su planteamiento», mientras que «Forbiden Stories», el agente comercial de la empresa es caricaturesco, su dirección es alocada, corrupta y sospechosa, y su papel de apartado de correos es simplemente cómico.

Pero donde la comedia cobra sentido, continúa, es cuando entra en juego la sindicación de la prensa, denunciando al diario francés «Le Monde», que «no hizo ninguna verificación de los datos». Ninguna investigación seria. Ha subcontratado esta actividad esencial a terceros, a ordenantes. No puede presentar ninguna prueba de lo que afirma. Ha construido una verdad sobre la base de su arraigado odio a Marruecos.

«La decadencia de «Le Monde» quedará definitivamente registrada mediante este caso de Pegasus. Sabremos, cuando llegue el momento de las dimisiones, que este periódico se ha puesto al servicio de una causa injusta para satisfacer su odio al régimen marroquí», concluye Boudarham.