Una parodia de justicia

Una audiencia expeditiva para unas acusaciones dignas del juicio de Núremberg, ninguna atención prestada a las víctimas ni por parte del ministerio público ni por parte del juez de la audiencia nacional, sin olvidar la guinda del pastel: la no imputación de Brahim Ghali, principal acusado en al menos dos casos por genocidio y terrorismo por citar algunas.

Todos los ingredientes de una parodia de justicia estaban presentes, hoy martes por la mañana durante la primera comparecencia por videoconferencia, y probablemente la última, del llamado Brahim Ghali, o «Mohamed Benbatouch» para los íntimos, que no se preocupó ni un solo momento por su suerte, ya que el juez se limitó a pedirle un número de teléfono donde poder localizarle, mientras un avión argelino sobrevolaba secretamente el espacio aéreo español acechando el momento oportuno para exfiltrar a este invitado indeseado en el origen de la inextricable crisis diplomática entre Rabat y Madrid.

Los actos de este vodevil, recordemos, comenzaron cuando los medios de comunicación revelaron el pasado mes de abril el ingreso, en un hospital español a escondidas, del llamado Brahim Ghali bajo una identidad falsa, con un pasaporte argelino falso, lo que ya es un delito castigado con dos a cinco años de cárcel según la legislación europea, un caso que el Gobierno español silenció a espaldas, por supuesto, de una Unión Europea por lo demás muy estricta en cuanto a las normas y condiciones de admisión de extranjeros en su espacio Schengen, pero muy poco preocupada por las repercusiones de que un país miembro reciba a un criminal de guerra.

Al final de su audiencia, que duró una hora y media, el juez de la audiencia nacional no dictó ninguna medida contra el llamado Brahim Ghali porque consideró que «como buen ciudadano con una conducta ejemplar» no presenta ningún riesgo de fuga. Claro que no.

Ignorando las quejas de las víctimas, especialmente las españolas, incluidos los 281 marineros que fueron asesinados bajo el mando de este genocida, y desechando las peticiones de las personas encarceladas, secuestradas y torturadas en las cárceles del polisario, el juez no dio ningún curso a los demandantes que reclamaron la confiscación del pasaporte de este criminal y su detención provisional.

Nada impide a éste que salga entonces de España con total tranquilidad, de la misma forma que entró en ella, o mejor dicho, a cara descubierta, ya que de momento ha quedado libre de todo cargo, tal y como había declarado la portavoz del Gobierno español, María Jesús Montero, incluso antes del inicio de este simulacro de juicio.

Otro actor principal de esta farsa, y no el menos importante, es el abogado del acusado, un tal Manuel Ollé Sesé, un aficionado a los negocios jugosos pagados generosamente por Argelia, quien declaró que las acusaciones contra su cliente son «falsas» y «de carácter político».

En cuanto a la abogada de Fadel Breica, el preso del polisario secuestrado y torturado bajo las órdenes del jefe de los torturadores, Brahim Ghali, sólo pudo dar su consentimiento ante un juez que mira hacia otro lado.

«Pedí la prisión preventiva, pero el juez me la denegó», declaró, desarmada, María José Magalón al final de la audiencia.

También lamentó la actitud del ministerio público, que se opuso a todas las peticiones de la defensa relativas a las medidas cautelares, que suelen aplicarse en este tipo de casos.

Para el jurista español Miguel Ángel Puyol, la decisión del juez de la Audiencia Nacional, Santiago Pedraz, de dejar en libertad al llamado Brahim Ghali tras su comparecencia, es una «farsa judicial» porque existen graves cargos contra él.

«No se libera con esta facilidad a un individuo procesado por delitos tan graves como el genocidio y el terrorismo», lamentó.

«Las decisiones del magistrado, que no consideró útil la retirada del pasaporte ni el ingreso en prisión preventiva de este individuo, estaban ya preestablecidas», afirmó en una declaración a la MAP, señalando que «el desarrollo de esta primera audiencia y sus decisiones socavan gravemente la credibilidad y la reputación del sistema judicial en España.»

«En esta audiencia se reunieron todos los ingredientes de una farsa judicial: el tiempo de la comparecencia, el procedimiento adoptado por videoconferencia y luego la puesta en libertad de este criminal», comentó el jurista español para quien «la lucha de las víctimas no debe detenerse aquí».

«Hay que perseverar en la búsqueda de la verdad y que los responsables de los crímenes cometidos en los campamentos de Tinduf, encabezados por Brahim Ghali, rindan cuentas de sus actos», añadió.

En definitiva, las víctimas indefensas del verdugo de Tinduf habrán asistido, impotentes, a un simulacro de juicio que no honra a la justicia española. Los viejos demonios del franquismo seguirán rondando los callejones del edificio de la calle Goya de Madrid.