¿Por qué el Parlamento Europeo no debería antagonizar Marruecos?
El Parlamento Europeo menciona en el orden del día de su sesión plenaria, el jueves en Estrasburgo, un debate y luego la posible votación de una resolución sobre lo que calificó de «utilización de menores por las autoridades marroquíes en la crisis migratoria de Sebta».
Si podemos entender la hiperemocionalidad europea en el tema migratorio sobre el que la UE tiene dificultades para encontrar un consenso debido a sus diferencias intrínsecas y sobre todo a una falta de visión global e integrada susceptible de implicar a terceros países y considerarlos no como una amenaza sino como parte de la solución, Marruecos comparte la misma preocupación pero lejos de cualquier sensacionalismo o instrumentalización política que sería fatal para la larga asociación construida con destreza, sinceridad y confianza con el bloque comunitario.
En lo que concierne la cuestión migratoria justamente, Marruecos, que algunas partes desean dejar de lado hoy por un conflicto bilateral que lo opone a España, ha dado pasos que ni siquiera algunos países miembros se han atrevido a dar.
¿No fue Marruecos quien acogió, en diciembre de 2018 en Marrakech, el Foro Mundial sobre la Migración y el Desarrollo y facilitó el consenso en torno al Pacto Mundial sobre la Migración, en un momento en el que varios Estados, especialmente europeos, estaban divididos sobre la cuestión? Recordemos por ejemplo, que la conferencia de Marrakech es la que causó la ruptura de la coalición gubernamental en Bélgica.
El compromiso del Reino ya se había traducido en 2013 en la adopción de una estrategia nacional de inmigración y asilo que permitió regularizar la situación de miles de migrantes, consciente de que la solución de esta cuestión es una responsabilidad compartida en el marco de un enfoque global que concilie el tratamiento de los retos migratorios y los desafíos del desarrollo.
En cuanto a sus relaciones con Europa en la gestión de esta cuestión, es importante recordar que Marruecos soporta una pesada carga en términos de movilización de recursos humanos y de coste de la vigilancia de sus costas, sin olvidar su adhesión voluntaria y su participación activa en los numerosos mecanismos mundiales que se tratan de la migración.
Las estadísticas sobre el aborto de los intentos de inmigración ilegal por parte de las fuerzas del orden y las operaciones de rescate en el mar por parte de la Marina Royal demuestran también el esfuerzo colosal que Marruecos realiza a diario en el marco de esta política.
Por tanto, el planteamiento del Parlamento Europeo estaría en contradicción con la actuación de Marruecos y su implicación de buena fe en la consecución de las políticas comunitarias de migración, asilo y seguridad.
Una posible resolución constituiría, por tanto, una negación del acervo común construido con paciencia y determinación a lo largo de los últimos 50 años de relaciones con la UE, resueltamente volcado hacia el futuro de conformidad con la letra y el espíritu de la «Asociación Euro marroquí para de Prosperidad Compartida» sellada con motivo del último Consejo de Asociación de junio de 2019.
La iniciativa del Parlamento Europeo sería también contradictoria a las posiciones de los altos responsables europeos y de los dirigentes de los Estados miembros que consideran a Marruecos como un socio fundamental para Europa en todos los ámbitos.
El enfoque de esta institución sería más productivo y eficaz si se basara en una lógica de conciliación, el debate constructivo y la facilitación del diálogo entre los socios.
No olvidemos tampoco el oportunismo y la agenda oculta de ciertos promotores de este tipo de textos que querrían obtener la validación europea de una aberración heredada de la época colonial, que consiste en sugerir que Sebta y Mellilia deberían formar parte de España y, por tanto, de Europa.
No confundamos las cosas. Marruecos no tiene ningún problema con la Unión Europea. Hoy tiene un diferendo con España por una iniciativa desafortunada y poco meditada que ha herido la sensibilidad del pueblo marroquí en una cuestión fundamental para él y que no puede ser objeto de regateo político, instrumentalización o chantaje.