Caso Benbattouche: Madrid mostró un alto grado de cinismo y oportunismo – politólogo –

Al acoger al jefe de los separatistas del polisario en condiciones dignas de una mala película de espionaje de la serie B, «España ha mostrado un rostro que ha conmocionado a Marruecos por un alto grado de cinismo y de oportunismo», afirma este sábado el politólogo Mustapha Tossa.

Rabat sorprendió a Madrid en «flagrante delito de mentira y duplicidad» sobre un caso que los españoles saben que es vital para el vecino marroquí, destaca el politólogo en un análisis en el sitio Atlasinfo.

En el caso de Berlín, Rabat constató que los alemanes, lejos de su aparente comportamiento de neutralidad, «trabajaban en silencio a la implosión de una secuencia favorable a los intereses marroquíes», señala Tossa en este análisis titulado «Europa frente a la crisis entre Rabat y Madrid», indicando que se trata de una «crisis inédita cuyo desenlace es difícil imaginar».

Inédita no por la densidad de su tensión o la violencia de las palabras que la acompañan pero inédita por las soluciones y las perspectivas para desactivarla, enumera el politólogo.

Para él, cuando había un desacuerdo entre Marruecos y sus vecinos europeos sobre la pesca, la inmigración o los impuestos, por muy alto que fuera el nivel del diferendo, una reunión o varias reuniones, primero técnicas y después políticas, acaban por eliminar todas las ambigüedades, sanear las hostilidades y arrancar consensos, como ocurrió en varias crisis entre Marruecos y sus vecinos europeos.

Tossa explicó que generalmente los intereses mutuos, la lógica de una readaptación política acaban prevaleciendo en espera de una nueva crisis totalmente natural en espacios geoestratégicos con intereses a menudo divergentes.

Pero, señala el comentarista, la crisis que atraviesan actualmente las relaciones de Rabat con Madrid y Berlín es de una naturaleza totalmente distinta, ya que es por «esencia política», resaltando que un segmento «estructurante» se ha perdido en este torbellino, a saber, la «confianza».

Tossa, que subraya que esta crisis tiene la particularidad de desaparecer sólo si hay una clarificación de las posiciones de unos y otros, se pregunta al mismo tiempo si los países europeos aspiran a consolidar una paz regional basada en los múltiples entendimientos y en los consensos inteligentes entre los Estados existentes de la región o se empeñan en alentar una situación quimérica que corre el riesgo de la inestabilidad, incluso el caos.

«Tras abrazar durante mucho tiempo un enfoque gris e incierto, algunos países europeos se ven abocados a un ejercicio de verdad que no se adapta ni a la lengua de madera querida por los burócratas de Bruselas ni a las vacilaciones de las circunstancias. Hoy en día es Europa la que está bajo presión para llegar lo antes posible a una posición común que ilumine de nuevo sus relaciones con la región del Magreb», explica.

Tossa constata que los más pesimistas comprenderán la impotencia de los europeos para adoptar una posición común sobre una crisis particular, como ya lo han demostrado con respecto a numerosas problemáticas, añadiendo que Turquía, Irán, Israel, Rusia e incluso América, los europeos siempre están dispersos, lo que debilita su posición y su capacidad de actuar en los acontecimientos.

Rabat está, por su parte, en una línea de gran claridad. Su diplomacia no pide ni más ni menos que decir lo que Europa piensa hacer con respecto a este diferendo fronterizo que opone Marruecos y Argelia por medio de polisario interposé, subraya el politólogo, añadiendo que la gran literatura sobre la asociación estratégica, la comunidad de destino, los intereses comunes fuertemente entrelazados, «se pone a prueba».

¿Es Marruecos un aliado cuyos intereses hay que defender o un adversario cuyos fundamentos hay que socavar?