La acogida de Brahim Ghali por España «arruina duraderamente» la política de vecindad – editorial –

La acogida por parte de España del denominado Brahim Ghali «arruina duraderamente» la política de vecindad, escribe el editorialista de la revista mensual BAB en su número 34 bajo el título «Una ceguera geopolítica».

«La farsa de la hospitalización de Brahim Ghali -el presidente putativo de una república sahariana quimérica- es emblemática en varios aspectos», subraya el editorial de BAB bajo la firma de Khalil Hachimi Idrissi, director general de la Agencia Marroquí de Noticias (MAP).

«Un presidente extraviado, cubierto del ridículo apodo de Mohamed Ben Batouche, a las órdenes de generales argelinos moribundos, carente de imaginación, rechazado por la población y aferrado a un poder ilegítimo. La imagen es lamentable», sostuvo la revista.

Según el editorialista, más concretamente en el caso de Ben Batouche, «la ganancia para España es notablemente débil. El movimiento es ridículo. Socava el sistema de justicia del país. La credibilidad del gobierno. Exacerba la infeliz conciencia colonial española. Entierra los valores europeos de la universalidad de los derechos humanos. Y, finalmente, arruina duraderamente la política de vecindad».

«Cuando el avión sanitario que transporta al hombre de los generales aterriza en España, es el clímax de esta commedia dell’arte. El gobierno español convalida la farsa», añade el editorialista de BAB, señalando que el ejecutivo, que acepta el pasaporte falso, construye la teoría de la acogida por razones humanitarias de un criminal de guerra, torpedea la relación marroquí-española y tira por la borda, al menos, dos décadas de normalización política, económica y securitaria.

En este sentido, Hachimi Idrissi afirma que «jugar la obsoleta carta del Sáhara, una supervivencia de la Guerra Fría, en un momento en el que las cartas mundiales se están barajando de nuevo bajo el impacto de los fracasos de la globalización, las consecuencias mundiales de la crisis sanitaria de Covid, la entrada institucional de Israel en el juego regional y el creciente y estructurado interés de Estados Unidos por África -un coto europeo perdido en beneficio de los chinos- es propiamente un enfoque muy miope. Una ceguera geopolítica».

«Pocas veces se vio a un gobierno español tan incompetente: en un solo movimiento, reduce a cenizas decenas de expedientes, tramitados laboriosa y pacientemente por diplomáticos, de ambas partes, inspirados y motivados por una verdadera asociación estratégica. ¡Qué talento!», lamenta, asegurando que las relaciones entre los Estados se rigen objetivamente por los intereses y las relaciones de poder. «No estamos, evidentemente, en el mundo de los ositos de peluche».

«Entonces, ¿qué gana el gobierno de Pedro Sánchez? Nada», se pregunta el editorial de la revista de la MAP, estimando que «el sistema de despojo está en marcha en Argel, irremediablemente. Empujado por un imperioso Hirak. El peso del gas en la relación bilateral se ve mermado por la caída de los precios, el aumento de la oferta mundial, la mala gestión institucional, la progresiva extinción de las reservas argelinas y la transición energética”.

En opinión del editorialista, el único punto destacado de esta conspiración de los amargados es la voluntad, por parte de ambos países, de mantener a Marruecos en estado de guerra, de lastrar su presupuesto con un esfuerzo militar indebido, de recortar su legítimo territorio histórico y de disputar su soberanía nacional sobre la totalidad de su territorio.

«Existe, como podemos ver, -y esto es lo que hizo que esta operación Ben Batouche sea completamente descabellada- una verdadera convergencia entre Argelia y España que puede extenderse, a veces, a algunos países europeos, incluida recientemente Alemania», observa la revista BAB.

En esta línea, subraya que la construcción voluntaria y la edificación económica del Sáhara marroquí continúa con socios sólidos y fiables, a largo plazo y en la profundidad estratégica.

«¿Dónde están nuestros socios tradicionales? Sumergidos en la agonía del asunto Ben Batouche o ahogados en los cálculos sórdidos y estériles del mundo anterior. Es una pena», concluye el editorialista.