El polisario, un instrumento militar que el régimen argelino utiliza para desestabilizar la región – Politólogo –

El polisario no es ni más ni menos que un instrumento militar a través del cual el régimen argelino aspira a proyectar su potencia regional, subraya, hoy sábado, el politólogo Mustapha Tossa.
«En la doctrina de los generales argelinos, una Argelia poderosa y conquistadora sólo puede existir frente a un Marruecos debilitado. En la ideología militarizada de este régimen, los sueños de poder y de dominación fueron nutridos por una embriaguez de gas y petróleo que le proporcionaba en el pasado las capacidades resonantes y tropezantes de comprar las conciencias y las redes», subraya Tossa en un análisis. «Este programa de gobernanza está todavía en marcha en Argel, mientras que los marroquíes, con sus derechos históricos, su unidad indiscutible, su liderazgo regional, han logrado avances diplomáticos que lo dejaron espectacularmente obsoleto», señala el autor. A la luz de la evolución internacional que conoce la cuestión del Sáhara y de la situación política en el Magreb, una cierta interrogación es cada vez más relevante: ¿Para qué sirve el polisario en una ecuación política en la que la independencia de este territorio está totalmente excluida? ¿Cuál es la utilidad del mapa del polisario en un universo en el que el límite máximo de las soluciones propuestas no superará la autonomía en el marco de una regionalización marroquí avanzada?, destaca Tossa en este análisis bajo el título «El polisario … para qué» publicado en el sitio Atlasinfo. El politólogo considera que para el vecino argelino, el polisario es una «flecha valiosa» en su arsenal de competición con respecto a Marruecos. Tan valiosa que la ha convertido en una causa sobre la que su institución militar vierte cada año millones de dólares, con tal de conservar su capacidad de molestia, destaca. Tan valiosa que el régimen argelino prefiere pasar por pérdidas y destrozos las necesidades esenciales de su población, salud, educación, vivienda antes de privar al polisario de su ayuda y de su patrocinio, prosiguió. A sus ojos, esta flecha es tan valiosa que el régimen de Argel la considera como «el único expediente de su aparato diplomático en todo el mundo, dedicado cuerpo y alma a hacer lustrar la imagen de las milicias separatistas del polisario en lugar de defender en los grandes foros los intereses de los ciudadanos argelinos». Para tratar de convencer a su opinión, cada vez más reticente, observa Tossa, el régimen argelino levanta el estandarte del principio de autodeterminación, pero «su oposición, así como el sentido común de su población, le responde: ¿Por qué este régimen está tan apegado a este principio mientras lo niega abierta y diariamente al pueblo argelino que protesta en las calles para exigir condiciones de vida dignas y a la Cabilia que grita con sufrimiento y frustración su identidad y su particularismo? ”, constata. Para Tossa, el mapa del polisario no sólo sirve a las obsesiones políticas internas argelinas, sino que también satisface las aspiraciones de bloqueo de todos aquellos que luchan abiertamente contra la idea misma de la construcción del Gran Magreb, añadiendo que para Argel mantener vivo un foco de tensión en esta región es la «mejor garantía de que el sueño unitario no se realizará pronto». El mismo añadió que en este contexto hay que situar la salida del ex primer ministro francés Manuel Valls y su análisis de la situación que afirmaba que «este conflicto proviene de un mundo que ya no existe, el mundo de los bloques, los vestigios de Yalta y sus consecuencias en un continente como África, todo esto es obsoleto y la ficción mantenida sobre la independencia del Sáhara subsiste todavía en algunas esferas políticas españolas». Esta invitación dirigida a los europeos, franceses y españoles para salir de la zona gris y apoyar públicamente la marroquidad del Sáhara, es cada vez más persistente y difícil de ignorar por parte de los grandes centros de decisión en Europa, explica Tossa, indicando que el polisario sirve ahora sólo para prolongar una situación de crisis y tensiones en una región en la que los riesgos de desestabilización a causa de otras organizaciones armadas como Daesh y Al Qaida son fuertes.