Los campamentos de Tinduf de nuevo sobre un brasero
Los campamentos de Tinduf fueron la semana pasada, escenario de acontecimientos sin precedentes, similares a los del mes de octubre 2013, que obligaron al jefe del Polisario, Mohamed Abdelaziz de escapar de su oficina sitiada en Rabuni para evitar de ser linchado por una mucedumbre muy exitada y desenferenada.
El miércoles pasado, los habitantes de los campamentos han sido testigos de persecuciones cometidas por las milicias contra los jóvenes manifestantes que habían izado en los techos, las banderas de Marruecos y las fotos del rey Mohammed VI en los campamentos.
Los jóvenes desempleados saharauis cansados de las falsas promesas de los mandos del Polisario se reunieron bajo la bandera de una nueva organización llamada «Kifaya» (Basta), para denunciar el desvío de la ayuda internacional por el jefe del frente, Mohamed Abdelaziz y su vieja guardia.
Los manifestantes que enarbolaban eslóganes hostiles contra sus dirigentes acusándoles de perpetuar el conflicto con Marruecos en el rechazo de su propuesta de autonomía que, a sus ojos, pondrá fin rápidamente a sus sufrimientos y el sufrimiento experimentado por la población saharaui en el desierto argelino.
Los jóvenes activistas de Kifaya también acusaron al régimen argelino de haber hipotecado su futuro y de utilizar la cuestión del Sahara Occidental para realizar con la ayuda y manejo de los caciques del Polisario sus ambiciones geoestratégicas sobre los intereses de las poblaciones Saharauis.
Es a la llamada de la tribu de Bouihates, que no de 250 saharauis manifestaron en los campamentos, a ritmo de eslóganes a reveladores y inflamadas tales como : «los saharauis no están en venta», «No a la corrupción administrativa» «No a la violencia, la mentira», «la población del Sahara no está en venta …»
Los manifestantes, entre ellos mujeres, se habían reunido en un lugar llamado mártir Al Hafed, antes de empezar de tomar a bordo de una cuarentena de vehículos, la dirección de la sede del Polisario en Rabuni para denunciar las acciones de los dirigentes del Frente y su jefe Mohamed Abdelaziz.
Cuando llegaron cerca de la sede del Alto Comisionado para los Refugiados (ACNUR), fueron interceptados por las milicias armadas que los dispersó con porras y bates, lo que les obligó a dar marcha atrás.
La confrontación casi se tornó en una carniceria si no fuera por la intervención de los chiouks que lograron calmar a los manifestantes.