Caso del llamado Brahim Ghali: una denegación de justicia, absoluta – tribuna –
La indulgencia mostrada por la justicia española, a través de sus pequeños arreglos con los preciosos bienes del jefe de los separatistas del Polisario, el llamado Brahim Ghali, delata una verdadera inversión de valores y constituye “una denegación de la justicia, absoluta”, subrayan Mohamed Aujjar, Khalihenna Ould Errachid y Ahmed Herzenni en una tribuna publicada, el domingo, por el diario español «La Razón».
Si bien las víctimas han dedicado todas sus energías y recursos a poner en conocimiento de la justicia los hechos ilícitos y reprensibles de los que han sido objeto, la justicia, por su parte, no utiliza los medios a su alcance para asegurar, como debe ser, el respeto a la legalidad de la que es guardián, indican los autores de esta tribuna titulada “Ghaligate, o la denegación de justicia”.
Lo profundamente inquietante en la telenovela que se desplaza ante nuestros ojos asombrados por la brecha entre una justicia española que respetamos y su comportamiento que condenamos, no es solo la facilidad con la que el denominado Brahim Ghali se salva y sus víctimas son ignoradas, sino también, y por encima de todo, el auto-sabotaje al que se presta el sistema judicial, que parece debilitarse a sí mismo, agrega la tribuna, precisando que la comparecencia del llamado Ghali por videoconferencia ¿no va en contra de la propia posición del Tribunal Constitucional español, que insiste en “el interrogatorio personal y directo de las personas que comparecen, lo que implica la coincidencia temporal y espacial de quien hace la declaración, y de la persona ante quien éste declara”?.
A pesar de estar acusado no de una sino de dos violaciones, detenciones arbitrarias, torturas, terrorismo y crímenes de lesa humanidad, por parte de ciudadanos españoles y de asociaciones y familiares de víctimas, el llamado Ghali apenas es «invitado» a comparecer ante el juez «si su salud se lo permite», lamentan Aujjar, Ould Errachid y Herzenni, añadiendo que, para no perturbar lo más mínimo su tranquilidad, será por videoconferencia como podrá declarar ante el juez, desde la comodidad de su suite VIP en el hospital de Logroño, a donde llegó desde Argelia en un jet privado y con buena escolta.
No se necesita mucho escepticismo para dudar seriamente de que una simple videoconferencia podría desencadenar un juicio en el caso del denominado Ghali, prosiguen, agregando que se trata de un escaparate, para ocultar que lo que se prepara no es el enjuiciamiento del llamado Ghali, sino todo lo contrario: su blanqueo judicial y su exculpación legal.
Para los autores de la tribuna, una cosa es reivindicar la independencia del poder judicial y otra demostrar su imparcialidad, y subrayan que, por su gravedad, su escala, su simbolismo y sus víctimas, el caso del llamado Ghali es una oportunidad que ya no se presentará a los tribunales españoles para demostrar su independencia e imparcialidad.
Todo sugiere, en cualquier caso, que el denominado Ghali está rodeado de tanta benevolencia, que el juez ni siquiera se atreve a convocarlo personalmente, y se contenta con enviarle una invitación – casi un “anuncio” – ¡para una entrevista por videoconferencia! Cualquier litigante en su lugar sería encarcelado en ese momento, con un dispositivo de seguridad acorde con los medios de fuga a su disposición, insisten.
Qué mayor prueba de connivencia que dejar al imputado tiempo libre para cumplir, a sus anchas, con el imperativo al que la justicia tiene derecho y puede obligarlo, resalta la misma fuente.
¿Qué dicen las víctimas? ¡¿Lo hemos pensado siquiera ?! Ciertamente deben pensar que es el mundo al revés: cuando finalmente disfrutan de la perspectiva palpable de ver a su verdugo explicarse ante la justicia, es esta misma justicia la que les impide obtener su derecho, denuncian los autores del artículo de opinión.
Cuando la indulgencia se convierte en permisividad y cuando tolerar es no juzgar, asistimos a un asesinato extrajudicial de los derechos y sufrimientos de las víctimas, lamentan los autores de la tribuna, precisando que las víctimas ni siquiera encontrarán en ello sentido para consolarse.
Por otra parte, estiman que el denominado Ghali regresa al escondite en el que se había refugiado desde que tuvo que salir de España para escapar de sus responsabilidades criminales hace 13 años. Excepto que hoy, recuperará su escondite criminal a través de una clandestinidad legal que intenta afianzarse creyéndose fuera de la vista.
Pero, de hecho, solo la miras a ella; a esta justicia tan mojigata. Los privilegios otorgados a Ghali solo se sostendrán por la voluntad de los protectores de Ghali, y solo durarán mientras la imparcialidad de la justicia, la verdadera, vuelva a hacerse presente, señalan Aujjar, Ould Errachid y Herzenni, precisando que el sistema judicial puede en cualquier momento poner fin a esta infame indulgencia que permite que no se juzguen crímenes atroces y permite que su perpetrador prospere al margen de la ley.
“La indulgencia es solo el beneficio precario del silencio cómplice», concluye la tribuna.