La ignorada suerte de los hijos de Tinduf expatriados en Cuba
Cientos de niños de los campamentos de Tinduf controlados por el Polisario son expatriados cada año a Cuba. Separados por la fuerza de sus padres, son envíados manu-militari a Cuba para el adoctrinamiento en la total indiferencia de la comunidad internacional y de las ONG que solo tienen los ojos clavados sobre los derechos humanos en el Sáhara Occidental.
Los detalles de esta aventura apocalíptica es contada por un saharaui nativo de la tribu de Rguibet que logro escapar del infierno de los campamentos de Tinduf, a su regreso de La Habana.
Hamudi Al Bihi, actualmente de 26 años de edad, formaba parte de un contingente de cientos de niños saharauis llevados a Cuba cuando tenía sólo nueve años de edad.
Al Bihi dice haber dejado en 1989 los campamentos de Tinduf, en compañía de este grupo de niños saharauis con destino a Cuba, donde vivió durante casi 15 años o más antes de ser repatriado de nuevo al campamento de Ausred donde su familia vive.
Se las arregló a su regreso, para escapar de los campamentos de Tinduf, atravesando la frontera norte de Mauritania para llegar a Marruecos.
«Fuimos enviados a Cuba desde nuestra infancia. Éramos sólo niños y nos utilizaban como rehenes para evitar que nuestras familias regrese a Marruecos «, dijo Al Bihi en una entrevista con el periódico» The Economist «.
De hecho, «nos preparabàn para ser reclutados en las fuerzas del Polisario,» dijo el joven saharaui que afirma haber recibido entrenamiento militar junto con el estudio de Farmacia de la Universidad Garcia Marques en Guantánamo (Cuba).
En Cuba, los de las edades comprendidas entre los 8 y 10 niños fueron totalmente prohibidos de cualquier contacto con sus familias.
La educación y el entrenamiento militar fueron proporcionados directamente por instructores cubanos en cuarteles militares, dijo con profunda emoción, Hamudi Al Bihi que aún recuerda las escenas del despertar en plena noche para las sesiones de entrenamiento sobrehumano, bajo una tremenda lluvia y en terreno fangoso.
«Se nos enseñó a manejar tanto como armamento ligero como pesado», dice el joven saharaui, y agregó que cuando regresó a Argelia, su diploma de farmacia y el pasaporte le fueron confiscados como es el caso de todos los jóvenes saharauis. Una forma, dijo, para obligarlos a unirse al ejército y no tratar de escapar de los campamentos que están en constante encuadrados por las milicias armadas del Polisario, con el apoyo del ejército argelino desplegado en la región.